Para saber si tenemos ansiedad deberemos observar ciertas señales. Seguramente, nos rondan preocupaciones excesivas sobre una gran amplitud de temas (trabajo, familia, pareja, estudios…). La mayoría de ellas perduran en el tiempo y resulta muy difícil “sacárnoslas de la cabeza”.
Estas preocupaciones van asociadas a nerviosismo, inquietud o impaciencia, nos sentimos agotados (tanto física como mentalmente). Tenemos dificultades para concentrarnos o “dejar la mente en blanco”. Irritabilidad, tensión muscular y alteraciones del sueño (para conciliar, mantener el sueño, o levantarse cansado).
A su vez nuestro cuerpo y nuestra mente están alerta. Como si algo horrible fuese a ocurrir, aunque en realidad no exista un peligro inminente. El organismo se prepara para anticiparse al “gran peligro” que la ansiedad nos hace sentir. Y se representa con reacciones como las que nombramos a continuación. Es una larga lista, pero no temas, no significa que vayamos a experimentarlas todas…
Identifica los síntomas de la ansiedad.
Hormigueo o entumecimiento, sensación de calor, temblores. Incapacidad para relajarse, miedo a que suceda lo peor. Mareo o aturdimiento, palpitaciones o taquicardias. Sensación de inestabilidad, terror, nerviosismo, sensación de ahogo, miedo a perder el control, dificultad para respirar, sobresaltos. Molestias digestivas o abdominales, palidez, rubor facial y sudoración (no debida al calor).
La intensidad y el número de los diferentes síntomas que sentimos es muy revelador. De hecho es lo que sirve a los profesionales de la salud para saber el grado de ansiedad que padecemos. De esta manera les damos pistas sobre cómo nos pueden tratar. Sería estupendo que hagamos nuestra propia lista de síntomas. Y, así podamos acudir a un profesional que nos oriente y nos ayude.
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Artículo redactado por Silvia Castillo. Psicóloga general sanitaria.
