Si hay algo con lo que todos vamos a tener que lidiar tarde o temprano es con cómo afrontar los problemas. Y probablemente la mayoría de las veces vamos a salir con éxito de ellos. Contamos con un conjunto de estrategias que vamos utilizando de forma más o menos consciente, según van apareciendo las circunstancias difíciles en nuestra vida.
Algunas de ellas están con nosotros desde que éramos niños. Si crecimos viendo a nuestros padres preocuparse mucho ante las situaciones difíciles. Quejarse a menudo, o, por el contrario, actuar como si nada estuviese pasando (evitación) es posible que convirtamos estas opciones en nuestra manera habitual de reaccionar ante los retos.
Otras veces nuestro temperamento es el que entra en juego. ¿Eres una persona impulsiva?. O al revés, ¿sueles rumiar los problemas?. ¿Repasarlos mentalmente una y otra vez sin pasar a la acción?.
Si sientes que estás en un momento de tu vida en el que lo que solías hacer ya no es suficiente o no te está dando resultado, me gustaría ofrecerte unas preguntas que pueden ayudarte a enfocar los problemas de otra manera.
¿De quien es el problema?
¿Es un asunto que me corresponde a mí?. Frecuentemente, ocupamos nuestra mente y nuestras emociones con problemas que pertenecen a los demás. En este caso, el primer paso sería diferenciar qué parte de responsabilidad tengo yo en esta situación (si tengo alguna) y qué parte tiene la otra persona. Puede que tu papel en este momento sea el de apoyar a alguien a quien quieres más que en sufrir por esta persona o tratar de solucionarlo tú. Porque si te ocupas tú del problema, ¿ qué mensaje estas enviando al otro?
¿Es una situación que está bajo mi control?
Si es un asunto que depende de ti, para el que existe una posible solución, puedes centrarte en abordarlo directamente siguiendo unos pasos de resolución de problemas:
- Definir y analizar el problema, puedes coger un papel y un lápiz y preguntarte ¿Cuál es el problema? ¿Quiénes están implicados? ¿Si pudiera dividir el problema en diferentes etapas, cuáles serían?
- Buscar alternativas de solución: ¿Qué posibles soluciones hay? Además de las primeras que se te ocurran, prueba a escribir también las que ya has intentado y las que crees que alguien a quien admiras podría utilizar, de la asociación de ideas puede surgir una solución más creativa y eficaz.
- Escoger una de las soluciones: ¿Cuál es la mejor opción para mí? ¿me resulta posible y realista ponerla en práctica?, ¿qué recursos necesito? ¿Qué consecuencias puede tener en mí y en los otros?
- Pasar a la acción y evaluar los resultados: ¿Cuál es el primer paso que puedo dar? ¿qué resultados estoy obteniendo? Si el resultado no es el esperado puedes volver al paso 3 y elegir otra solución o volver al paso 1 y buscar si pasaste algo por alto o hay otra forma de enfocarlo. Sea cual sea el resultado, ¿qué has aprendido de ello?
A esta forma de cómo afrontar los problemas tiene que acompañarse de una buena gestión de las emociones para ayudarnos a ir dando los diferentes pasos. Puede que veamos claramente cual es la solución, pero no nos sintamos preparados aún para tomar acción, como cuando nos enfrentamos a una ruptura sentimental, un cambio de trabajo…
¿Es una situación que no depende de mi o no tiene solución?
Los problemas que más sufrimiento nos causan son aquellos que creemos que no tienen una solución posible, o que sabemos que van a quedarse con nosotros mucho tiempo, como cuando nos enfrentamos a la enfermedad y a la pérdida. En este caso, el afrontamiento requiere adquirir herramientas para gestionar las emociones y centrarte en tus fortalezas personales para aprender a vivir con el problema y encontrar los aprendizajes que la situación te va a traer.
¿Cómo afrontar los problemas?
Si todas estas estrategias ya no son suficientes o no conseguimos ponerlas en marcha solos ha llegado el momento de recurrir a una ayuda profesiona.
No tengas miedo en compartir con un psicólogo tus inquietudes. Puedes consultar nuestros psicólogos online encontraras a los mejores profesionales.
Artículo redactado por María Ordax.