La idea de lo que un psicólogo es y hace ha cambiado mucho a lo largo de los años. Todavía pervive en el imaginario colectivo la imagen psicoanalítica clásica de lo que implica acudir a terapia: un hombre mayor, con barba densa y canosa, de aspecto muy serio y profesional que te invita a sentarte en un diván para hablar de tus padres y los traumas que estos te crearon en el pasado. ¿Pero es así la primera consulta de terapia psicológica?
La realidad actual de la terapia psicológica poco o nada tiene que ver con esa imagen casi romantizada de lo que es un profesional de la psicología. Empezando por el sexo, en una profesión dónde la gran mayoría son mujeres, lo más probable es que hablemos de una psicóloga y no de un psicólogo.
Siguiendo por la decoración, podemos encontrar despachos muy diferentes, desde algunas habitaciones que se parecen más al salón de una casa hasta otros más parecidos a una consulta médica. Aunque diversos, todos ellos tienen algo en común, la intención de que te sientas cómo y de crear un lugar seguro para tus vivencias y emociones.
Si hablamos de las corrientes psicológicas, todavía perdura el psicoanálisis, aunque ha evolucionado y ya casi no se trabaja en su vertiente más clásica de la que hemos hablado. Son muchas las corrientes teóricas que podemos encontrar en psicología, cada una de ellas pone la lupa sobre un foco diferente, pero todas trabajan por la mejora de la calidad de vida de vida del paciente y su bienestar emocional y físico.
Conocimiento mutuo en primera consulta psicológica
El primer encuentro entre psicólogo y paciente sirve para conocerse entre ellos. El psicólogo tendrá que valorar si aquello que paciente trae a consulta puede tratarlo él con su formación o experiencia o si, por el contrario, tiene que derivarlo a otro profesional más adecuado.
Por otro lado, el paciente también tendrá que sopesar si ese profesional es el idóneo para trabajar con lo que le sucede. La decisión de si continuar o no con la terapia nunca puede ser unilateral, sino que las dos partes tienen que estar de acuerdo en seguir con el proceso.
Es muy habitual que en esta primera sesión tanto paciente cómo psicólogo estén nerviosos. Al fin y al cabo, conocer a una persona, abrirse a ella y confiar emocionalmente en quien tienes delante es un trabajo, de inicio, difícil. Estas emociones del paciente no le son ajenas al profesional, quien lo tendrá muy presente e intentará hacer que quien está a su lado se sienta cómoda y apoyada en todo momento.
Exploración del problema
La primera sesión de una terapia psicológica sirve principalmente para hacer una exploración del problema y una primera aproximación a la evaluación del mismo. El proceso de evaluación es algo que seguirá en las próximas sesiones y, seguramente, a lo largo del proceso de terapia.
A veces las personas llegan a consulta con un alto nivel de sufrimiento y necesitan ventilar todas esas emociones que tanto tiempo han estado aguantando. Esta primera sesión es una oportunidad para que la persona empiece a sentirse libre de expresar aquello que necesita.
El encuadre en una primera consulta psicológica
El encuadre psicológico podríamos decir que son “las normas del juego” de toda terapia. La psicóloga tendrá que explicarle al paciente cuales son sus honorarios, cómo se van a desarrollar las citas y con qué frecuencia van a verse. En este momento también se firma el documento de confidencialidad y protección de datos y se explica a la persona cual es el marco legal que rige el secreto profesional.
Hay que tener en cuenta que la terapia psicológica rara vez consiste en una sesión aislada. No existen baritas mágicas que solucionen los problemas en solamente una hora, además, cultivar el bienestar emocional es un proceso que lleva cierto tiempo. Por ello, el final de una primera sesión psicológica suele implicar concretar el principio de otra.
Artículo redactado por Andrea Pérez, psicóloga general sanitaria
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