¿Ir al psicólogo me puede ayudar?, es una pregunta que nos hemos hecho en alguna ocasión. Muchas veces tenemos ideas que cómo siempre han estado con nosotros, son firmes e inamovibles. No podemos decir cuál es su origen pero son para nosotros una verdad absoluta a la que pensamos que no podemos renunciar ni contradecir. Estas ideas tan firmes han ido haciéndose más fuertes en nuestro interior sin ser conscientes de ello. En muchas ocasiones provienen de haberlas oído de forma repetitiva por parte de personas que han participado en nuestra crianza, nuestros padres, abuelos, profesores…
En otras ocasiones hemos escuchado experiencias de personas cercanas negativas sobre el tema o creencias que se han enquistado en la sociedad. Otras veces simplemente nos “engañamos” porque nos cuesta reconocer lo que consideramos una debilidad que no nos podemos permitir.
Ese tipo de idea se repite en muchas personas cuando hablamos de seguir un tratamiento psicológico. Nos repetimos a nosotros mismos frases sin reflexionar. Frases como “yo no necesito un psicólogo”, “los psicólogos no sirven para nada”, “eso es para gente que está loca”…
¿Por qué nos cuesta tanto reconocer que necesitamos ayuda psicológica?
Nunca nos planteamos que un cardiólogo o un dentista no sirven para nada. No tenemos reparo en pedir ayuda a estos profesionales cuando tenemos dolencias físicas. Sin embargo acudir al psicólogo nos parece que es reconocer que somos débiles. O que no sabemos cómo gestionar nuestra vida o incluso para algunos es tanto como demostrar que “estamos locos”. También pensamos lo que dirán los demás de nosotros, que pensarán, perderé credibilidad ante el resto, ya no me tomarán en serio…
Estas reticencias no hacen sino provocar que algunos de nuestros problemas se enquisten porque no hemos pedido ayuda. Ayuda que no nos pueden prestar nuestros seres queridos por mucho que lo deseen. Es necesario un especialista que además de ser objetivo, es la persona a la que podemos expresar todos nuestros pensamientos y sentimientos sin que esas revelaciones hagan daño a quienes queremos. Nos ayudará a ser realmente sinceros lo cual favorecerá el éxito de la terapia.
Entonces, ¿ir al psicólogo me puede ayudar?
Un especialista nos enseñará a reaprender a gestionar nuestras emociones, nuestros impulsos, salvar algunas barreras que nos impiden avanzar. A anticiparnos para evitar que nos hagamos daño innecesario, a aceptarnos y a explorar lo mejor de nosotros para potenciarlo rechazando todo lo que se interpone en nuestro bienestar.
Debemos pensar que acudir a un psicólogo es, en realidad, un acto de valentía y un síntoma de que nos queremos. Que queremos mejorar y luchar por estar más satisfechos con nuestra vida y con nosotros mismos.
Quizá es el momento de darte una oportunidad y probar. Iniciar una terapia no te ata a nada, siempre podrás interrumpirla sino cumple tus expectativas. No tienes nada que perder y, en cambio si el tratamiento funciona, los resultados serán tan satisfactorios que merecerán el esfuerzo que supone romper esas barreras que ahora te hacen dudar.
Actualmente las terapias online te permiten acceder a un profesional sin salir de tu casa. Únicamente necesitas un dispositivo y conexión a internet. Son más económicas que las terapias presenciales y tienen la misma efectividad.
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