Cuando un paciente empieza a acudir a sesiones de psicología, una de las fases iniciales del proceso será la de evaluación psicológica. La evaluación consiste en explorar y aclarar qué es lo que le ocurre a la persona.
“¿Qué está pasando en este momento?”, “¿Cómo ha llegado al punto actual?”, ¿Qué vivencias han influido en el problema?”, “¿Qué gravedad tiene lo que le ocurre?”, “¿En qué circunstancias aparece el problema?” “¿Qué hace la persona y su entorno cuando el problema aparece?”.
Estas y otras preguntas son básicas para a comprender qué es lo que está ocurriendo en este momento. Poder ponerle nombre e identificar lo que está pasando será uno de los pasos más importantes de la terapia ya que orientarán el tratamiento a seguir.
Instrumentos de evaluación
Al igual que cuando una persona tiene dolor en el hombro y al acudir al hospital le hacen una radiografía para ver si ese dolor es fruto de rotura o no, cuando una persona acude al psicólogo el profesional también tiene que hacer una “radiografía emocional” para conocer qué es lo que le está ocurriendo al paciente.
Para ello, el psicólogo utilizará tanto entrevistas y test de evaluación general como instrumentos de evaluación más específicos. Por ejemplo, cuando una persona tiene depresión podemos empezar midiendo los síntomas con una entrevista o test general, como puede ser el PAI o el SCL-90-R, y a continuación utilizar un test específico de depresión, como el BDI-II.
Los instrumentos que el profesional utilicé tienen que ser test o entrevistas fiables, válidos y estandarizados. Es decir, siguiendo el ejemplo anterior, no puedo medir la depresión con un test de ansiedad o leyendo las líneas de la mano de la persona. Esto último sería el equivalente a medir la fiebre con una radio en vez de con un termómetro.
El análisis funcional
El análisis funcional es “el traje a medida” de la evaluación psicológica. Supone mirar no solo la sintomatología de persona sino atender muy detalladamente a cómo este problema se está presentando en este momento.
Nada tiene que ver la sintomatología depresiva en un niño de 8 años, con la de un adolescente de 17, con un adulto de 32 o una depresión en una persona de 83 años. Incluso siendo la edad similar nada tendría que ver la depresión de María, con la de Paula, o la de Marcos.
En una buena evaluación psicológica será necesario, no solamente conocer cómo se llama lo que le está pasando a la persona, sino saber cómo se está presentando y cómo lo está viviendo esa paciente en concreto.
La misión del análisis funcional será averiguar estos detalles tan finos. Esta herramienta nos permitirá conocer en qué circunstancias se presenta la sintomatología y en cuáles no, cómo la vive y expresa el paciente, así como saber por qué se están manteniendo estos síntomas.
La evaluación psicológica, el pilar del tratamiento
Combinar ambos procedimientos, la evaluación mediante entrevistas, test validados y el análisis funcional será la tarea principal del psicólogo cuando esté frente a un nuevo paciente.
Esta evaluación será el pilar fundamental que guiará el tratamiento y la intervención. Estará presente además durante el tratamiento para poder comprobar como evoluciona la sintomatología.
Si no te atreverías a operarte sin que un médico te hiciese unas pruebas básicas de salud como un análisis o una radiografía ¿Confiarías tu salud mental en alguien que no te ha evaluado correctamente?
La importancia de confiar tu salud en profesionales cualificados puede marcar la diferencia entre solucionar o agravar tus problemas.
Artículo redactado por la psicóloga Andrea Pérez
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