El perfeccionismo, es muy limitante. ¿Te ha pasado alguna vez que, de querer hacer un trabajo tan, tan bien, no lo acabas a tiempo? ¿O que el miedo te bloquea por si no te sale como esperas y retrasas ponerte a ello, y al final desistes en el intento?.
Tipos de perfeccionismo
Existen dos tipos de perfeccionismo, según Cox y Ens (2002). Uno sería el “perfeccionismo positivo”, una cualidad que impulsa a hacer las cosas lo mejor posible y tiene que ver con querer evolucionar. La persona con esta tendencia se esfuerza, tiene objetivos ambiciosos pero realizables y disfruta de lo que hace. En cambio, la persona con un “perfeccionismo negativo” se esfuerza al máximo por hacer las cosas lo mejor posible para evitar cualquier error: lo que guía su comportamiento es su miedo al fracaso. Además, se plantea objetivos muy elevados y poco realistas, por lo cual, haga lo que haga, no se sentirá satisfecha. Aunque pueda parecer segura de sí misma, en realidad no se permite no hacerlo perfecto, porque su valía personal depende de esto.
Se puede intuir lo desgastante y limitador que puede ser este segundo perfeccionismo. Aquí puedes leer algunas ideas para gestionarlo si te identificas con él y te está haciendo sufrir.
Consejos para gestionar el perfeccionismo negativo
- Si todavía no estás decidido/a a abandonar esta tendencia, es normal, es probable que te haya acompañado durante mucho tiempo y que te sientas inquieto/a sin ella, pues aparecería el miedo acechando. Para empezar, puedes hacer una lista planteándote las ventajas y desventajas que tiene en tu vida real tu perfeccionismo. Intenta ser lo más concreto/a posible, recordando situaciones donde el perfeccionismo te ayudó y/o te limitó.
- Acuérdate de algunas actuaciones que has hecho (una tarea del trabajo, practicar deporte, cocinar…) y piensa en el grado de perfección que pusiste en ellas (del 0 al 10) y la satisfacción que sentiste mientras las hacías (del 0 al 10). Esto puede ayudarte a darte cuenta de que si no tratas de ser perfecto/a, también puedes disfrutar de las cosas; de hecho, probablemente disfrutes más mientras haces aquello en lo que te involucras sin que tu mente perfeccionista esté exigiéndote no cometer ni un fallo.
- En las áreas donde aparece tu perfeccionismo (trabajo, relaciones…) intenta cambiar el foco de atención de los resultados al proceso. Si solo nos valoramos cuando los resultados son tan buenos como esperábamos, sucederá que, cuando los obtengamos o nos refuercen, sentiremos euforia y pensaremos “Qué bueno/a soy en esto”, mientras que cuando no los obtengamos o nos critiquen, nos hundiremos y pensaremos “No valgo para esto”. Este pensamiento extremo hace que nos atribuyamos toda la responsabilidad en los resultados, sin pensar en otros factores que influyen y conduciéndonos a una autoestima inestable y frágil. Cuando lo percibimos como un proceso, a largo plazo, aprendemos de manera más flexible. Una buena metáfora para entender esto es la que emplea el psiquiatra D. Burns: Imagina que tu trabajo consiste en conducir un coche todos los días hasta el centro de la ciudad. Algunos días te encontrarás con casi todos los semáforos en verde y tardarás poco, otros días coincidirás con muchos en rojo y tardarás más. Otros días habrá atasco y la demora será mayor. En cambio, tu habilidad para conducir ha sido la misma en los diferentes días, entonces… ¿por qué no estar satisfecho/a con el trabajo que has hecho? Focalizarnos en el proceso ayuda a confiar en nuestros recursos internos y no tanto en el exterior.
- Pon límites de tiempo a las tareas en que eres perfeccionista y rebaja tus expectativas. Muchas veces empleamos tiempo innecesario en perfeccionar algo, sin tomar consciencia de que hemos perdido parte de nuestro tiempo en otras áreas valiosas de nuestra vida que, quizás, estemos descuidando. Pregúntate: ¿Hay algún área de tu vida que no estés cuidando como te gustaría por tu perfeccionismo?
- Detrás del perfeccionismo hay miedo: a la crítica, al fracaso, a la desaprobación. Por eso, si intentas deshacerte de él al principio sentirás ansiedad, ya que te protege de los riesgos de afrontar eso que temes. Pregúntate en alguna situación: ¿Qué es lo peor que te puede pasar? Podrás conocer qué es lo que más temes, y es un paso para acercarte al miedo, en lugar de huir. Después, conviene que te recuerdes que eres humano/a y esta condición hace inevitable que vayas a cometer errores. Puedes hacer otra lista con las razones que encuentres para dar las gracias a las equivocaciones: ¿En qué te han ayudado? ¿Qué has aprendido de ellas?
Conclusión
Te invitamos a que practiques estas ideas desde ya, no esperes al momento “perfecto” para empezar a cambiar, recuerda que no existe y que es un proceso de aprendizaje. Merecerá la pena.
Cuando presentamos un perfeccionismo negativo, este nos limita en muchos aspectos de nuestra vida. Nuestra conclusión, es que pongas a la práctica estos consejos, para recuperar tu bienestar emocional y mejorar tu calidad de vida. Si no puedes conseguirlo por ti mismo o misma, te recomendamos acudir a terapia con un psicólogo/a para reconducir tus pensamientos negativos sobre tí mismo y mejorar tu autoestima.
Artículo redactado por nuestra psicóloga online Elena Díaz Zubiar
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