Muchas personas podemos tener creencias que, en apariencia, pueden ser positivas, pero que en realidad nos limitan o pueden llegar a limitarnos en nuestro desarrollo personal. El psicólogo Taibi Kahler los llamó impulsores, debido a que son mandatos que “obligan” a las personas a “obedecerlos”. En otras palabras, son creencias interiorizadas que nos llevan a actuar de manera automática y rígida en numerosas situaciones.
Todos y todas tenemos alguna creencia de este tipo, aunque no todas ni en la misma intensidad. Las adquirimos a través de los mensajes que nos han mandado, explícita o implícitamente, nuestros cuidadores durante la infancia, así como la sociedad (a través de películas, anuncios, canciones…). La clave está en observar hasta qué punto guían nuestra vida y cómo nos afectan: en el caso de que nos lleven a actuar de una forma poco flexible, conviene identificarlas para empezar a cambiarlas, ya que pueden estar minando nuestra autoestima.
¿Con qué impulsores te identificas?
“Complace”: Sientes que tienes que caer bien y agradar a todo el mundo, y, si alguien se enfada o molesta contigo, te sientes fatal. Lo que piensen los demás de ti es muy importante. Tiendes a priorizar las necesidades de los demás antes que las tuyas.
“Sé perfecto/a”: Tratas de buscar la perfección constantemente, todo debe salirte a la primera, no toleras equivocarte ni que se den cuenta de tus errores. Probablemente pienses que, si algo no sale bien, es mejor no hacerlo.
“Sé fuerte”: Te gusta mostrar una imagen de ti como si no te afectaran nada las cosas, ya que mostrarte vulnerable ante los demás es intolerable. Te manifiestas autosufuciente en las cosas que haces, hasta el punto de no pedir ayuda casi nunca, pues para ti es un síntoma de debilidad.
“Date prisa”: Sientes la necesidad de aprovechar el tiempo al máximo, por lo que pocas veces estás tranquilo/a. Además, no puedes perderte ninguna oportunidad. A veces, por querer hacer rápido una tarea, te lleva a cometer errores y, al final, a tardar más.
“Disfruta”: Debes ser feliz y estar contento/a siempre. Tienes la idea de que la vida es para disfrutarla, y no para sufrir; si algo te hace sufrir, te apartas. Sólo encuentras sentido a la vida para pasarlo bien.
“Ten cuidado”: Piensas que el mundo es peligroso y que, por ello, es necesario ser muy cuidadoso/a y receloso/a, así como preocuparse. Te gusta planificar las cosas con mucha antelación y, cuando ocurre un contratiempo, te sientes sobrepasado/a. Con frecuencia procrastinas y te muestras indeciso/a para pasar a la acción.
¿Cómo afectan estos impulsores a nuestra autoestima?
Los impulsores nos “impulsan” a actuar de una determinada manera. Cuando cumplimos el mandato, nos sentimos aparentemente satisfechos/as y confiados/as en nosotros/as mismos/as. Lo paradójico es que en la práctica estos mandatos son imposibles de obedecer y, tarde o temprano, los incumplimos. Cuando “desobedecemos” al impulsor, nos sentimos con frustración y vergüenza, nos criticamos a nosotros/as mismos/as o volcamos esta frustración en otras personas. Finalmente, nos hundimos. Como consecuencia, se arraiga aún más la idea de que sólo si obedecemos al impulsor, nos sentiremos bien y no nos pasará esto.
A largo plazo, estas creencias que nos limitan, nos atan y nos impiden crecer personalmente. En realidad, a cada impulsor le subyace (escondida) una prohibición, y ese es el motivo por el que, en el fondo, hacen sentirnos tan mal. Estas son las prohibiciones que, según Kahler, acompañan a cada uno de ellos:
“Complace”: No seas tú mismo/a.
“Sé perfecto/a”: No disfrutes, no te quieras.
“Sé fuerte”: No sientas, no te acerques.
“Ten cuidado”: No descanses, no vivas.
“Disfruta”: No crezcas.
¿Cómo saber cuáles son las creencias que nos limitan?
Tomar conciencia de estas creencias y darnos cuenta de cómo pueden estar movilizándonos hacia comportamientos contraproducentes, es importante para nuestro bienestar. En psicoterapia puedes revisar estas creencias y transformarlas hacia otras más flexibles que te permitan actuar acorde a lo que tú realmente quieres y cuidando de tu autoestima.
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Artículo redactado por la psicóloga general sanitaria Elena Díaz.
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